Fuera del beisbol, Carlos Zambrano pitchea completo en su iglesia de la Casa del Carpintero. El carabobeño está muy activo en su actividad de fe, al punto de que desea hacerse pastor cuando se retire. “Me dedicaré al ministerio de la prediación del evangelio. Ojalá y todo salga bien y podamos concentrarnos en eso igual o mejor que al beisbol”.
“Cometemos errores como todos, pero sabemos que Dios existe y es nuestro redentor”, desgrana el “Toro”. “Esa fue una de las razones por las cuales acepté tus disculpas. Como dice la Biblia, te puedes airar, pero no pecar. La idea es que si alguien te ofrece disculpas extiendas ese perdón y cuenta nueva. Eso es lo importante de perdonar”.
En Chicago, USA, Zambrano trabaja con el Pastor Isaías Mercado. El escopetero relató la experiencia profundamente reveladora que vivió durante su viaje a Guatemala, en noviembre pasado. Fue una expedición con fines doctrinarios y a la vez humanitarios. “Fue algo muy emotivo, también triste. Yo he visto pobreza, yo nací en la pobreza, pero nunca imaginé que un país necesitara tanta ayuda de sus hermanos de Latinoamérica. Vi muchos niños sufriendo. Salí de allí con un nudo en la garganta. Nosotros no tenemos niños, sino tres niñas, y a mi esposa la llevaron a un orfelinato que se llama Hope of Life (Esperanza de Vida). Quedó encantada con un niño y se lo quiso traer para Chicago, pero no pudimos hacer los papeles. Le pedí a Dios que de una u otra manera ayudara a tantos niños que están en las calles”.
Zambrano comparte esta reflexión: “Uno se pone a pensar: oye, si uno pudiera cubrir todas las necesidades del mundo uno lo hiciera. Pero uno no puede”. No obstante, lo intenta. A Guatemala llevó asistencia material y espiritual. “Construimos un templo cristiano grande, para más de cuatrocientas personas, regalamos zapatos, ropa, comida, cotillones. Hicimos fiestas con payasos para los niños. Como se acercaba la Navidad se dio la circunstancia para hacer eso”.
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